5 de febrero de 2015

Beata FRANCISCA MÉZIÈRE. (1745-1794).


(fr.: Françoise Mézière).

Martirologio Romano: En Laval, en Francia, beata Francisca Mézière, virgen y mártir, que, dedicada a educar niños y a curar enfermos, durante la Revolución Francesa fue muerta por odio a la fe cristiana que profesaba.

Nació en Mézangers, Francia, en el seno de una familia trabajadora. Recibió una sólida formación religiosa y cultural en las hermanas de Chapelle-au-Riboul. Quiso hacerse religiosa pero sin emitir votos, por ello ingresó la llamada “hermanas de la escuela de la escuela y la caridad”. 
En 1772, fue enviada al pueblo de Saint-Léger-en-Charnie, para hacerse cargo de la escuela parroquial y vigilar a los enfermos, atendiéndolos material y espiritualmente. Al iniciarse la revolución francesa, los dos sacerdotes de la parroquia se negaron a prestar juramento constitucional, y tuvieron que abandonar la parroquia y ejercer su ministerio clandestinamente, Francisca les ayudó en todo lo que pudo. 
En 1791, la ley mandó que todos los enseñantes también hiciera juramento constitucional, pero los que se negaran, podían continuar ejerciendo su servicio en los hospitales, Francisca se negó a prestar juramente, perdió su puesto en la escuela, pero continuó con su trabajo en el hospital. Cuando Laval fue tomado por el ejército vandeano, las cosas parecían que volverían a su estado primitivo, pero sufrieron una derrota, y dos soldados heridos llegaron al pueblo de Francisca, y ésta los cuidó clandestinamente, pero fueron descubiertos y acusaron a Francisca de haberlos ayudado a ellos y a otros, cosa que no era verdad. 
Fue detenida en 1794, y enviada a Laval, ante el tribunal de la famosa comisión Clemente. Se negó a prestar juramento al llamado “Libertad-Igualdad”, y fue acusada de ayudar a los fugitivos vandeanos, y de negar ayuda a los soldados de la República, y de insultar a ésta. Fue condenada a muerte y guillotinada en Laval, ella dio gracias al tribunal por permitirla encontrarse tan pronto con el buen Dios. Fue beatificada el 19 de junio de 1955 por el papa Pío XII.

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